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La energía de los árboles

Juan A. BLANCO, Grupo de Ecología y Medio Ambiente. Departamento de Ciencias del Medio Natural, Universidad Pública de Navarra

En los últimos años, la crisis económica, el auge de los precios del petróleo, la inestabilidad en las regiones productoras de petróleo y gas, el efecto pernicioso de los combustibles fósiles en los ecosistemas del planeta o el abuso sobre los precios de las grandes compañías de energía han empujado a muchos particulares, administraciones y empresas a buscar fuentes de energía alternativas. Una de esas fuentes es la biomasa forestal, que no es otra cosa que la materia orgánica que hay en el bosque, principalmente como madera en los troncos de los árboles. La biomasa forestal ha sido el combustible utilizado durante más tiempo y de forma más extendida por la humanidad, desde el Paleolítico hasta la actualidad. Sin embargo, a partir de la explotación industrial, primero del carbón mineral, después del petróleo y finalmente del gas natural entre los siglos XVIII y XX, la biomasa forestal ha perdido su protagonismo en los ambientes urbanos y en gran parte del mundo rural de los países industrializados. El uso de la leña ha quedado reducido al ámbito rural, muchas veces en chimeneas o estufas poco eficientes.

Por otro lado, el desarrollo tecnológico ha permitido crear nuevos tipos de combustible a partir de leña y serrín: astillas de tamaños homogéneos, briquetas o “pellets” (pequeñas pellas cilíndricas de serrín prensado). Estos nuevos combustibles han permitido la homogeneización e industrialización de la oferta de biomasa, así como el desarrollo tecnológico de las calderas e instalaciones, con el consiguiente aumento de su eficiencia. Frente a las tradicionales chimeneas, capaces de convertir un 15 % de la energía presente en la madera en calor de calefacción, las nuevas calderas de pellets pueden llegar a una eficiencia del 85-90 %, cercana a las de gas natural. Sin embargo, el uso de esta “nueva” forma de energía tiene que hacerse de forma sostenible, es decir, que no provoque un deterioro de las condiciones ambientales, económicas y sociales en las que se desarrolla.

Sostenibilidad ecológica

El bosque es el punto en el que se genera la biomasa forestal. Los bosques parecen permanecer inalterados simplemente porque los árboles viven muchos años. Sin embargo, los bosques cambian a lo largo del tiempo respondiendo a cambios tanto en los propios árboles como en el ambiente que rodea al bosque. Cuando se extraen árboles, se saca la madera que contiene la energía calorífica, pero también los nutrientes que han necesitado los árboles para crear esa madera (nitrógeno, fósforo, potasio, magnesio, calcio, etc.). Estos nutrientes circulan en el ecosistema por medio de procesos naturales como el crecimiento de las plantas, su muerte y caída al suelo como hojarasca o restos leñosos, y su descomposición para crear el mantillo o humus que caracteriza la fertilidad del suelo forestal. Además, cada uno de estos procesos depende de las actividades que realizan toda una serie de organismos (desde plantas, arbustos y árboles hasta grandes vertebrados o diminutos hongos y bacterias). A su vez, estos organismos dependen para su subsistencia de que todos los procesos ecológicos que definen un bosque funcionen de forma adecuada a lo largo del tiempo. Por lo tanto, para que el uso de la biomasa forestal pueda considerarse ecológicamente sostenible, debe mantener a largo plazo tanto el funcionamiento del bosque (flujos de energía y nutrientes) como su estructura (la biodiversidad). Ello asegurará que la capacidad productiva del bosque no se reduzca, y que pueda proporcionar el resto de servicios ambientales que la sociedad demanda (oportunidades recreativas, purificación de agua, producción de productos no maderables como resina, frutos, miel, caza, pesca, hongos, etc.). En otras palabras, se puede utilizar la biomasa generada por el bosque siempre que no se sobrepase el límite de lo que puede reponer ni se dañen los procesos naturales que hacen que el bosque genere biomasa.

Estación de Cuatro Caminos en Archivo Histórico del BBVA

A partir de la explotación industrial, primero del carbón mineral, después del petróleo y finalmente del gas natural entre los siglos XVIII y XX, la biomasa forestal ha perdido su protagonismo en los ambientes urbanos y en gran parte del mundo rural de los países industrializados.

Sostenibilidad económica y técnica

Para ser económicamente sostenible, se debe asegurar que existe una demanda suficiente para mantener la producción de biomasa, y que la demanda no desborde la capacidad de producción del medio ambiente primero, y del sector industrial después. Debe también ser técnica y económicamente sostenible para los profesionales del sector (propietarios del bosque, compañías maderistas, comercializadores de pellets, astillas y estufas y calderas, etc.). De hecho, en muchos bosques donde se pretende generar madera de calidad, la biomasa se sigue considerando un producto secundario de la gestión forestal. Sin embargo, su importancia está aumentando y empieza a competir con el objetivo tradicional de generación de madera. Además, en otros bosques donde la generación de productos maderables es pequeña o de baja calidad, la biomasa puede tener un papel importante para generar rentabilidad y cubrir los costes de acciones silvícolas que no se están realizando por falta de financiación. La producción de biomasa y la producción de madera no están en conflicto, sino que pueden resultar complementarias, aumentando el valor generado por el bosque y permitiendo una silvicultura más racional y continua.

En relación a las características técnicas de la biomasa como combustible, es necesario comprobar sus propiedades físicas (poder calorífico, cenizas, etc.) y compararlas con los combustibles fósiles que pretende sustituir. Esto ha justificado los programas de estandarización y certificación de pellets y astillas (los principales combustibles creados con biomasa forestal). De igual manera, los equipos destinados a la conversión del combustible en calor (estufas y calderas) deben tener unas características técnicas que aseguren no solamente el confort de la calefacción, sino también su eficiencia, seguridad y durabilidad. En la actualidad existen tecnologías nuevas (y en continuo desarrollo) que reducen de forma drástica la emisión de partículas contaminantes. De hecho, la sustitución de las tradicionales chimeneas abiertas por nuevos equipos eficientes de calefacción podría mejorar la calidad del aire que respiran los usuarios de dichas instalaciones.

Sostenibilidad social

Para que la biomasa pueda ser socialmente aceptable y beneficiosa, debe ser una fuente de desarrollo económico, evitando conflictos con otras actividades que puedan hacer uso del mismo recurso (turismo, recreación, producción de madera y de otros productos del bosque, etc.). La capacidad de la biomasa forestal de contribuir al desarrollo rural, utilizando un recurso local, reduciendo la dependencia energética, aumentando la generación de empleo y evitando el despoblamiento son puntos clave en la sostenibilidad social de esta energía. Este potencial para revitalizar la actividad rural ha puesto el uso energético de la biomasa forestal en el centro de atención de la agenda de la Comisión Europea para el desarrollo rural en los próximos años. Por lo tanto, los negocios desarrollados alrededor de la gestión de la biomasa forestal como combustible deben mantener los criterios de sostenibilidad económicos y también ambientales, si están sujetos a distintos tipos de ayudas y directivas legisladoras a nivel regional, nacional y europeo.

En definitiva, estamos en un periodo que puede permitir el aprovechamiento de un recurso que había pasado en muchos casos al olvido, pero debemos hacerlo de forma racional, informada y por encima de todo de forma sostenible. Para ello se deben conocer y aceptar tanto las limitaciones ecológicas para la generación de la biomasa como el marco económico y social en el cual se puede desarrollar el uso de la biomasa forestal como una fuente de energía sostenible. Por ello, el Grupo de Ecología y Medio Ambiente de la Universidad Pública de Navarra ha publicado recientemente el libro “Usando la biomasa forestal como una fuente de energía sostenible” (ISBN 978-84-9769-302-8), donde se tratan en detalle estos temas.

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