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HISTORIA
Disfraz
es “el artificio de que se usa para ocultar o disimular una cosa
y por antonomasia el vestido de máscara”.
En resumen se trata de lograr por medio de vestidos, máscaras o complementos, que una persona represente a otra, o incluso a cosa (un objeto), u otro ser (pensemos en un animal, por ejemplo).
En la cueva de Les Trois Frères de Francia se encontró una pintura del hombre prehistórico en la que parece ser un hombre disfrazado de ciervo con pieles y cuernas, y que se interpreta como un posible brujo en el baile del ciervo. También en la cueva del Horno de la Peña de Santander se tiene un dibujo del periodo auriñaciense de un hombre disfrazado de animal.
No hay duda pues que el hombre desde la prehistoria usa el disfraz, bien fuera en rituales religiosos o propiciatorios, como luego lo usarían en el teatro antiguo los actores. Recuérdese el papel de las máscaras en todo el teatro clásico.
Con la llegada del medioevo aparecen los Autos Sacramentales, en los que el disfraz es parte muy importante de la obra.
En la segunda mitad del siglo XVI, cuando España era una gran potencia, el resto del mundo imitaba el traje de la corte de los Austria. Como decía Amalia Descalzo, presidenta de la Asociación de Amigos del Museo del Traje “para los reyes -y sus cortesanos por extensión- la vestimenta era más que una necesidad o un capricho, una responsabilidad”. Aquellas prendas “provocaban unos movimientos muy lentos, muy sosegados, que daban esa imagen de seriedad que pretendía dar la monarquía española”. Se convierte la moda en política, se usa para “disfrazar” la realidad. Con la decadencia del Imperio, los sastres y la moda pone sus ojos en la corte de Francia. Pero eso ya es otra historia.
Llegando a nuestros días, hoy el disfraz está presente en múltiples aspectos de la vida, desde el festivo, hasta el comercial, deportivo, lúdico o pedagógico, por poner solamente unos ejemplos.
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