Mariano Santa Cruz
MARIANO SANTA CRUZ
Botas
2002 / 02-22 / 03-01
Autor: Antxon Aguirre Sorondo
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 Artesano
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 Prezioak


SOBRE ODRES Y BOTAS

En el panteón griego, Eolo reinaba como dios de los vientos. Fue padre de seis hijos y de seis hijas. Eolo guardaba sus doce vientos encerrados en un gran odre de piel de buey. Cierto día un lejano visitante, Ulises, el héroe de la Odisea, llegó hasta sus dominios. Eolo lo acogió como a un huésped, y antes de partir le entregó el odre advirtiéndole que jamás lo abriese. Pero los compañeros de viaje de Ulises cometieron la temeridad de hurgar en la boca del odre y se desencadenó una terrible tempestad.

La mitología helénica habla también de un descomunal pellejo destinado a guardar vino que fue confeccionado por Mercurio con la piel de un gigante de Tracia, Askos, como castigo por hacer prisionero a Baco y arrojarlo al mar. Precisamente askos es el nombre de una vasija griega con ancha panza, que probablemente el alfarero creó a inspiración de los antiguos odres.

El odre es el símbolo chino del caos primordial: es un animal indiferenciado, pues no tiene cabeza, ni abertura alguna (ningún órgano de los sentidos). A los muertos y a los condenados se les encierra en pellejos, como forma de devolverlos al caos.

El diccionario de 1611 de Sebastián de Cobarruvias define el odre en estos términos:

"Es el cuero en que se trasiega el mosto, latín uter, -is, do se echa el vino. Odrina significa lo mismo, aunque suelen hazer diferencia, que el odre es la piel del cabrón y la odrina la del buey".

Del uter, utris latino pasamos, pues, al odre romance que fue término usual desde el siglo XIV. En la Edad Media se llamaba también odre u odrecillo a la cornamusa, fole o gaita gallega, instrumento con un depósito de aire de piel de cabra o carnero, y una pipa por donde se introduce el aire que sale por otros tubos con lengüeta provistos de agujeros para modular el sonido.

En las crónicas de Tito Livio y Julio César se citan los pellejos que formaban parte del equipamiento de los soldados de la Hispania. Los odres hinchados les permitían atravesar a flote los ríos:

"Los hispanos, amontonadas las vestimentas en los pellejos, superpuestos los escudos sin impedimento, atravesaron por sí mismos a nado el río remansado".

"Tienen todos por costumbre no ir al ejército sin odres…".

El pellejo ha sido hasta fecha relativamente reciente el principal envase para el trasiego de líquidos. De La Mancha y Andalucía se importaba el aceite en pellejos "liaos" (atados con cuerdas planas), de modo que entrara el máximo número en el ferrocarril (se calcula que en cada vagón se trasladaban unos 90 pellejos de 100 litros cada uno). Ya en su destino, los suministradores repartían los odres por los establecimientos, a la vez que recogían los vacíos del reparto anterior. En las tiendas de ultramarinos, tabernas, bares, etc. se servía al público directamente de los corambres.

Pero es que, además, para la conservación del vino los recipientes de cuero son mejores conservantes que las barricas de madera, al permitir la eliminación del aire según se va consumiendo, lo que evita que el caldo pierda cualidades como así ocurre en los toneles.

Respecto a la palabra bota, el mismo Cobarruvias escribía:

"Quasi imbuta, del verbo latino imbuo, is, por llenar, henchir, empapar en sí o embeber, de in et bibo, bis. En castellano llamamos bota a la que los demás llaman borracha, que es cuerecito pequeño con la mitad de costura y un brocal en el cuello...".

Al decir de los etimologistas Corominas y Pascual, la palabra botadesigna una "vasija de cuero para beber vino", y proviene del latín tardío buttis, tonel, odre. Aparece citada en escritos del año 1400.

Otros significados de bota son:

En obras de Cervantes se encuentran expresiones como: "Soplara el odrero y levantárase Toledo", y "¡Calla borracho! ¡Calla cuero! Calla, odrina, poeta de viejo, músico falso" (donde borracho es sinónimo de bota, cuero lo es de odre, y odrina significa odre confeccionado con piel de buey).

En tanto que elementos usuales en la vida cotidiana, botas y odres han servido de vehículo a las manifestaciones del saber popular, que tiene su más variada y simpática expresión en refranes y metáforas:

En euskera tenemos: zato, zagito, zahato, xako, zarako o xahato, sustantivos que designan las pequeñas botas, mientras que los grandes pellejos se llaman zagiak.

El canto de nuestro popular Olentzero en su última estrofa dice:

Jesus jaio dalako
kontsola zaitezte!
Olentzero buru-aundia,
entendimentuz jantzia:
bart arratsian ustu digu
amar arruaka zagia.
Ai, urde tripaundia!
(Puesto que ha nacido Jesús
puedes consolarte.
Olentzero cabezudo,
de entendimiento adornado:
anoche nos ha vaciado
un pellejo de diez arrobas.

Dado que la arroba de vino en Gipuzkoa tenía 12,6 litros, según la canción el carbonero borrachín se metió entre pecho y espalda 126 litros de vino para merendar.

El martes de carnaval en la localidad navarra de Goizueta se ejecuta la Zagi-dantza o danza del odre. La ronda de postulación por la villa se inicia tras la comida de hermandad de los jóvenes. Los danzantes visten de blanco, unos con falda y otros sin ella, y se acompañan de los mozorros, dos muchachos con la cara tiznada y cargando a sus espaldas pellejos vacíos de vino. Mientras se ejecuta la Zagi-dantza, los mozorros intentan besar y manchar a las chicas que observan su paso. Al concluir la danza, los bailarines golpean con sus palos sobre el odre, y su portador sale corriendo en persecución de las mozas.

Odrero, botero o zatogille es el que fabrica, adereza o vende botas u odres de cuero para el transporte de vino, aceite, etc. Un oficio que nos trae la nostalgia de las antiguas romerías y de las fiestas con sabor rural.

A vuelta de página pasamos revista a la vida y al quehacer de uno de estos artesanos: Mariano Santa Cruz Delgado, último botero que queda en activo en Álava.

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