Mariano Santa Cruz
MARIANO SANTA CRUZ
Botas
2002 / 02-22 / 03-01
Autor: Antxon Aguirre Sorondo
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INTRODUCCIÓN

Coincidiendo con le pasada feria del Libro de Durango, se presento una obra de quien esto firma sobre "Mariano Santa Cruz, el último botero alavés". De dicha obra entresacamos una serie de textos que nos ilustran a la perfección el trabajo del artesano que hoy traemos a colación.

La bota de cuero es un artefacto hasta ahora insuperado para portar vino. De enser cotidiano de los trabajadores, a los que aseguraba alivio fresco para sus gargantas durante toda la jornada, ha pasado a tener un destino anecdótico unido a los momentos más festivos del año. Ello no significa que su actual función le sea extraña; al contrario, la bota siempre ha sido amiga de la parranda y por su valor simbólico también estuvo presente en los ritos sociales más solemnes, como en los esponsales a través de la ceremonia de la Botagaba: en algunas zonas del País Vasco, con motivo de las primeras proclamas en la iglesia, el novio era invitado a almorzar en casa de su prometida y debía acudir portando como presente una bota llena de vino.

Quien esto escribe conoció desde que tuvo edad el placer de un buen trago de bota, y a través de su aita se inició en los secretos de su conservación, en la grata sensación de su tacto; aprendió que las mejores zatos eran las de los "peones camineros" pues por su tipo de trabajo transpiran y necesitan beber, con lo que la bota va pasando continuamente de mano en mano y el cuero adquiere una elasticidad y textura ideales. Caminando junto a mi padre, siempre con la bota terciada, comprobé siendo todavía un chaval que la forma del brocal depende del placer que su propietario obtiene al alzar la bota: unos prefieren que salga un hilo fino para un trago largo, y otros un chorro generoso que inunde la boca. En definitiva que, como todo en la vida, cada bebedor tiene sus gustos y en función de ellos elige su borracha, su bufia, su piezgo, sinónimos todos de bota.

La obra a que nos referimos fue diseñada, escrita y publicada en homenaje y reconocimiento al último botero alavés (y uno de los últimos de Vasconia): Mariano Santa Cruz. No se nos ocurrió mejor forma de rendirle sentido tributo que recogiendo y guardando para la posteridad los detalles de su oficio, al que ha dedicado su vida entera, al igual que lo hizo su padre; un oficio este del botero que declina lenta pero inexorablemente.

Como sucede con todas las personas de natural generosidad, los Santa Cruz hicieron de su quehacer como odreros-boteros algo más que un simple ganapán: a través de su trabajo cotidiano, desempeñado de un modo humilde y concienzudo, noble y minucioso, estos artesanos sientan testimonio de toda una forma de ver la vida, una filosofía de la existencia que los emparenta con aquellos menestrales medievales. Gente firme y tenaz que sabe cuál es su lugar en el mundo, y lo cultivan con honradez y sensibilidad.

Otro artesano, Vidal Bernat, escribe sobre el botero: "Mariano Santa Cruz es un personaje de los que ya quedan pocos, supongo que es una virtud de su generación el ser como es: hablador sin problemas y gran trabajador. Bromista y dicharachero con un gran sentido del humor dispuesto siempre a provocarte una sonrisa o a dejarte asombrado con una broma, que las dice tan serio que quienes no le conocen bien (y también algunos de los que le conocemos) se las tragan como chinos".

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