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INTRODUCCIÓN
Ya con anterioridad y con ocasión de abordar también el oficio de la cantería, en este mismo espacio, decíamos cómo fue este oficio el más antiguo de los que se tiene memoria. Baste recordar que, en función de la destreza del uso de la piedra, se clasificaron (y clasifican) nuestros antecesores, existiendo asimismo una Edad de Piedra sin pulir (aunque para ser exactos tendremos que hablar de "diversas" edades) y otra de la Piedra Pulida (Neolítico), y cómo en el 30.000 a. J.C., en el auriñaciense, se constata la existencia de tallas en piedra de figurillas femeninas.
Otro de los problemas que en aquella ocasión planteábamos era el eterno dilema entre artista y artesano. Según el diccionario artesano es "la persona que ejerce un arte u oficio mecánico". Artista es la persona que ejercita algún arte. Como se ve, ambos son similares. Solamente en la actualidad se pretende separar, distinguir, entre artista y artesano, como si el primero fuera el que ejecutara piezas de mayor calidad estética y el segundo realizara elementos más populares. Otra diferencia que podría establecerse entre artista y artesano, es que el primero hace elementos para uso estético y el artesano, el que hace elementos utilitarios. Si todo ello es así en Cesareo Soule, tenemos un auténtico artista. A él dedicamos el presente artículo.
Viene a mi memoria este bonito cuento sobre el oficio de cantero, recogido por Don José Miguel de Barandiarán:
"Un cantero, cansado de picar piedras, quiso ser rico. Una lamia que le conoció, le hizo rico. Cansado de ser rico y pensando que había personas más poderosas que él, quiso ser emperador. La lamia le hizo emperador. Durante un verano caluroso, el sol le molestó. Dijo entre sí: "es preferible ser sol". Y la lamia le hizo sol. Cambió el tiempo y una nube se colocó delante del sol. Molestado por ello, pensó que era mejor ser nube. Y la lamia le convirtió en nube. Habiendo lanzado él trombas de agua sobre la tierra, observó que una peña quedaba inmóvil. Pensaba que era mejor ser peña. Y la lamia le convirtió en peña. Un hombre, martillo en mano, le hacía saltar pedazo tras pedazo. Entonces el que fue cantero dijo a gritos que quería ser como aquel hombre. La lamia le convirtió en cantero y le dijo en son de burla: "quien tiene una cosa quiere otra: te hallas tan avanzado como al principio de tu carrera: quedémonos en adelante como ahora: yo lamia y tú cantero". Y la lamia desapareció por siempre".
Dos conceptos aparecen claros: que el cantero estaba en un principio cansado de picar piedra, y el final: que hay que saber conformarse con lo que tenemos, o somos. Y es que a veces algunas personas tienen que trabajar en un oficio al que la vida le ha conducido y otros han querido ser lo que son, estamos hablando de los que vocacionalmente han optado por una actividad, como ocurrió con Cesaero Soule.