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HISTORIA
Si bien sus orígenes se remontan a tiempos muy anteriores, el juego de pelota tal como hoy se practica en País Vasco se desarrolló y popularizó a partir del siglo XVIII.
En la polvorosa oscuridad de nuestros archivos descansan cientos de legajos y documentos que son el último testigo de apasionados y extraordinarios desafíos entre pelotaris a lo largo de los últimos doscientos años. Porque cuando se pactaba una apuesta, sobre todo si las cantidades en lid eran de cierta importancia, se firmaba el compromiso ante el escribano del pueblo. Leyendo estos manuscritos hallaremos datos y hechos que despertarán nuestra curiosidad. Por ejemplo, descubriremos que si bien lo más habitual era medir fuerzas individualmente o por parejas, también había dúos que se atrevían contra tres hombres, o tríos que pugnaban contra cuatro. Claro que ello se explica por la presencia entre los más atrevidos de nombres afamados en todo el país por sus hazañas pelotazales: como El restador de Irún, el vascofrancés Martín de Urrutia (a quien algunos excluyen como rival con la fórmula "contra otro jugador, excepto Martín de Urrutia") y una larga nómina de clérigos pelotaris que sin merma de sus deberes actualizaban un antiguo precepto en peculiar versión: "A Dios iban rogando y con la pelota dando".
Dibujo del Códice Mendoza. El juego de pelota tal y como lo jugaban los aztecas a la llegada de los conquistadores. |
Toda vez que cada comarca del país poseía distintas reglas e incluso sus canchas presentaban variable disposición, los desafiadores concretaban previamente el reglamento que regiría en el juego. La reiterada expresión "saque o botadera y escasa según costumbre" expresa que la raya de saque y la "escasa" o chapa serían las ya establecidas en el frontón elegido. Las labores arbitrales recaían en el alcalde local y también cabía la posibilidad de que cada parte "llame juzgadores", pero en caso de duda el alcalde tenía la última palabra. Asimismo, las partes llevaban sus propias pelotas que empleaban cuando les correspondiera el saque.
Partido de pelota en Hondarribia, Gustave Colín, Museo de Baiona. |
En aquellos lances de nuestros antepasados los principales apostantes eran los propios contrincantes. Por ley quedaba prohibido realizar apuestas superiores a 330 reales de vellón, y cuando el envite alcanzaba elevadas cifras se acordaba depositar garantías. Así, en 1728 el alcalde de Oyarzun, Joaquín de Alduncín, pone 100 escudos en carbón de leña para avalar su apuesta en un encuentro que se celebraría en el frontón del pueblo. A propósito de esto, cabe recordar que antes de los partidos el propio alcalde de Oyarzun solía leer en público y posteriormente clavaba junto al frontón un bando que decía:
"A todas las personas asistentes al partido de pelota que se intenta jugar hoy mismo, en la plaza de este mismo valle, que por Real Pragmática las leyes de la recopilación se manda que en el juego de pelota nadie juegue a tantos sueltos más de un real y en total no pase de 30 pesos".
Pueblo de duelistas que odian las efusiones, los vascos hemos hecho de esta hermosa disciplina un sublime modo de expresar nuestra más íntima naturaleza como seres individuales y como organismo social.