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INTRODUCCIÓN
En la ficha que en su día publicamos en esta misma sección, dedicada al artesano Igor Obeso, soplador de vidrio, (nº 152 del 22 de enero del 2002) indicábamos como el vidrio se obtenía mediante la fusión de una mezcla de elementos vitrificables (sílice o anhídrido bórico), fundentes (álcalis) y estabilizadores (cal). La mezcla a alta temperatura es líquida pero se solidifica al enfriarse.
Entre el 3200 y el 3100 a.C. los artesanos egipcios descubren el vidrio. Estaba compuesto por ácido silícico, calcio y sodio. Aparece como primer uso en cuentas de adorno de collares, brazaletes, etc. También en Egipto y hacia el 1.500 a.C. se fabrican los primeros frasquitos que se destinaban a guardar perfumes y ungüentos. También fabrican paneles con vidrio de colores. Hacia el 100 a. C. los sirios descubren en Sidón el arte del soplado del vidrio, lo cual supuso un enorme adelanto en la técnica del trabajo. Con ello la ciudad de Sidón se alza con el monopolio de la fabricación mundial de vidrio.
Con los romanos la mejora de las técnicas posibilita la realización de piezas de mayor tamaño. Aparecerán urnas funerarias, lacrimales, esencieros, etc.
Se cree que las vidrieras como elementos traslúcidos se usarán ya en la antigüedad en el Oriente mediterráneo, pero aún no poseemos datos arqueológicos que lo atestigüen. Sí tenemos fragmentos de vidrieras en Pompeya, Herculado, en la misma Roma y otras ciudades romanizadas. Luego aparecería en el arte paleo-cristiano y en el Imperio Bizantino en Santa Sofía de Constantinopla, en donde la aprendieron los árabes (s. VII).
En el 880 d.C. será el monje Ratpert de Sankt Gallen en Suiza el primero que da datos históricos (documentalmente hablando) de las vidrieras pintadas. A partir de este momento las vidrieras eclesiásticas lograrán el máximo esplendor de este arte.
Estas técnicas de fabricación se extienden rápidamente por todo Europa. Su uso llega hasta nuestros días, adaptándose en cada momento a los estilos artísticos de su tiempo (recordar las vidrieras góticas de nuestras catedrales, las lámparas del Art Nouveau, o los planteamientos modernistas de los modernos edificios, por ejemplo).