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INTRODUCCIÓN
Mina. |
Cada país, cada zona, e incluso cada pueblo tiene sus propias representaciones de gigantes, enanos, cabezudos o tarascas. No es nuestra intención efectuar un estudio de su tipología, sino centrarnos en la actividad de dos artesanos navarros que los fabrican: Tarsicio Rey y Patxi Fuertes.
Pero antes, daremos unas pinceladas históricas sobre el tema.
Desde siempre a los jerarcas de las naciones les gustó lo exótico.
Es por ello que solían tener zoos con animales en sus palacios. Así
sabemos que los reyes de Navarra tenían sus propios zoos en los palacios
de Pamplona y Olite.
Igual ocurría con las personas exóticas, de forma que se hizo popular la figura de los bufones-enanos en las cortes europeas. Colón y los descubridores trajeron de América indios y animales para asombrar a sus coetáneos.
También los deformes y gigantes se ganaban la vida como elementos de circo. Recordemos a Miguel Joaquín Elicegui (1818-1861), nacido en Altzo (Gipuzkoa) que con sus 2,27 m. fue paseado como elemento circense por toda Europa.
Pero fue la fiesta del Corpus Christi la que dio carta de naturaleza a estas figuras o sus representaciones, cuando en el siglo XIII se instituye la festividad del Corpus Christi o del Santísimo Sacramento para reafirmar la presencia de Cristo en la Eucaristía, extremo que a la sazón era negado por los speronistas, condenados por herejes por el Papa Inocencio IV y como tales perseguidos por el brazo secular del emperador Federico II de Alemania.
Zaldiko de niño. |
Fue durante el XVII cuando se produjo la barroquización del Corpus cuando se añaden a las figuras anteriores las representaciones de ángeles, santos, apóstoles, sierpes y dragones en abigarradas comparsas que ponían en escena pasajes bíblicos para la instrucción de las masas.
A partir de 1750 una serie de decretos obispales intentaron depurar la fiesta de elementos profanos, en especial las danzas que acompañaban inseparablemente al ritual religioso en la fiesta del Cordero Pascual.
Estos enanos, gigantes, y tarascas que abrían la marcha procesional pasan luego del ámbito religioso al profano y se hacen presentes en las fiestas de pueblos y ciudades.
Según cuenta el autor Juan Garmendia Larrañaga en sus Obras Completas (Tomo 2 p. 698) en 1657 se hicieron en Tolosa (Gipuzkoa) unas 8 cabezas de gigantes para Pamplona. Los fabricó Francisco de Azpillaga. Para ello se mando a Joanes de Loperena para que llevara en su macho desde Pamplona la muestra, para que las hiciera iguales o lo más parecido posible. Y el mismo autor anota la cuenta de unos gastos que hicieron en el ayuntamiento de Tolosa en 1778 para comprar unos nuevos gigantes y tarasca para la fiesta del Corpus (Tomo 4 p. 462).