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LOS
BOLADOS
Hasta
la aparición de las modernas bebidas industriales, la sed se apagaba
con el agua de “bolaos”.
Los “bolaos” los fabricaban y aún fabrican algunos artesanos pasteleros.
La primera tarea del fabricante de “bolaos” consiste en preparar los moldes de papel.
A continuación, batiendo manualmente, liga una clara montada a punto de nieve y añade unas gotas de esencia de limón.
En un recipiente de cobre previamente calentado con agua y azúcar, vierte la masa. A los 132 grados se produce el llamado “punto de bola”, lo que significa que la esponja de azúcar ya está hecha.
Aún en caliente, se llenan los moldes con la crema a “punto de bola”. Inmediatamente veremos cómo crecen y se hinchan a nuestros ojos los “bolaos”.
En un par de minutos se habrán endurecido y estarán ya listos para su consumo.
El agua fresca con “bolaos” fue durante generaciones el refresco habitual de los meses de estío, además de reconstituyente frecuentemente recetado por los médicos a sus pacientes, sobre todo a niños y ancianos.
Todavía hoy, nuestros mayores recuerdan aquellas fiestas y romerías en que nunca podían faltar los tradicionales “bolaos”.
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