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Landaburu y Europa

Francisco Javier Landaburu fue uno de los mejores exponentes del europeísmo del Partido Nacionalista Vasco (PNV). Su postura favorable a una Europa federal unida y fuerte fue reafirmándose en el pensamiento del político alavés, al tiempo que paralelamente surgía y se consolidaba la reivindicación del europeísmo en el discurso del PNV.

Landaburu nació en Vitoria-Gasteiz en 1907. Joven de enormes inquietudes, pronto empezó a escribir sobre las costumbres culturales de su tierra y a participar en agrupaciones pro-cultura vasca y organizaciones impulsoras del euskera. En esas primeras décadas del siglo XX su mundo se centraba aún en su entorno más cercano. Lo mismo sucedía al PNV, todavía más preocupado por fijar su ideología y estructura interna que por los problemas exteriores. Sin embargo, progresivamente su interés por la acción exterior fue acrecentándose, sobre todo a partir de la Gran Guerra, cuando los nacionalistas vascos tuvieron conocimiento de las reivindicaciones de las minorías y nacionalidades sin Estado. Progresivamente, Europa fue adquiriendo mayor papel en las formulaciones del PNV y ello se tradujo en una mayor presencia nacionalista en el exterior.

Para comienzos de la década de los treinta, Landaburu militaba ya en dicho partido. En 1933 fue elegido diputado a Cortes, cargo que ostentó hasta enero de 1936. Durante la guerra civil, y después de permanecer oculto prácticamente un año, cruzó la frontera y se instaló en Iparralde, pero pronto fue requerido por el lehendakari José Antonio Agirre para representar al Gobierno Vasco en foros internacionales. En diciembre de 1938 Landaburu participó activamente en la constitución de la Liga Internacional de Amigos de los Vascos (LIAV). Fue durante esos años finales de la década de los treinta cuando escribió sus primeros escritos en torno a Europa: el texto titulado “Euzkadi ante la nueva Europa” y su versión ampliada “Un pueblo viejo en la Europa nueva”.

De forma paralela, el PNV y el Gobierno Vasco en su conjunto comenzaron a valorar positivamente lo que de bueno podía ofrecer Europa y ello se tradujo en una política de relaciones que desembocó, en los primeros años cuarenta, en la participación vasca en varios organismos federalistas y demócrata cristianos. El triunfo de los aliados en la II Guerra Mundial y el surgimiento de propuestas de construcción de una nueva Europa sustentada no sobre Estados sino sobre naciones, alimentó aún más las esperanzas de los nacionalistas, quienes diseñaron, en esos primeros años de la segunda posguerra, el discurso europeísta que prácticamente se ha mantenido invariable hasta la actualidad. Ese discurso se basaba en el planteamiento posteriormente denominado “Doctrina Agirre”, es decir, la reivindicación de una Euskadi libre que pudiera coadyuvar en la construcción de una Europa federal.

Para aprovechar todas las ocasiones que la puerta europea ofrecía, el PNV tejió una red de relaciones con diversos organismos federalistas y principalmente demócrata cristianos tanto a nivel europeo como intercontinental. Es entonces cuando Francisco Javier Landaburu se convirtió definitivamente en la cara visible de los nacionalistas vascos en Europa. Por una lado, con el objeto de dar a conocer los fundamentos de la democracia cristiana y transmitir los valores federalistas que compartía plenamente con el lehendakari Aguirre, Landaburu escribió numerosos artículos sobre ambas doctrinas en la prensa vasca. Por otro, intensificó sus relaciones con líderes europeos de ambas tendencias y entró en contacto con diversas asociaciones y organismos.

En 1946 en el Congreso Mundial de Federalistas celebrado en Luxemburgo, se convirtió, junto con Juan Carlos Basterra (Acción Nacionalista Vasca, ANV) en el fundador del MFV (Movimiento Federalista Vasco). En 1947 formó parte de la delegación vasca presente en el congreso fundacional de los Nouvelles Equipes Internationales (NEI), principal organismo demócrata cristiano a nivel europeo. Dicha delegación consiguió plenamente el objetivo de figurar como miembro fundacional de los NEI. Landaburu fue nombrado miembro de su comité ejecutivo. El Equipo Vasco, conocido también como “Grupo de París”, que funcionó de hecho desde ese congreso, quedó oficialmente constituido en octubre de 1948 y el alavés fue nombrado presidente. En 1949 participó activamente en la creación del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo (CFEME) y en 1951 en la constitución de Consejo Vasco del Movimiento Europeo (CVME, actual Eurobask). También fue miembro del Congreso de Comunidades y Regiones (posteriormente Unión Federalista de Comunidades Étnicas). Hito importantísimo en la trayectoria del político alavés lo constituye su presencia –formando parte de la delegación vasca con José Antonio Agirre y Juan Carlos Basterra– en la famosa Conferencia del Movimiento Europeo celebrado en La Haya en mayo de 1948, considerada punto de arranque del proceso de construcción europea.

La efervescencia europeísta de ese segundo lustro de los cuarenta disminuyó sensiblemente en la década siguiente. El PNV se vio inmerso en una crisis interna, a la que se vino a sumar, a raíz del nacimiento de la Guerra Fría, el desencanto que provocó la política de sonrisas que la antaño amiga EEUU estaba mostrando para con el régimen de Franco. Consecuentemente, también los países de la Europa Occidental bascularon hacia posiciones más conservadores. Pero aún así –o más si cabe dado el abandono norteamericano–, Landaburu y su equipo, y el PNV en general, siguieron apostando por la vía europeísta. No obstante, esta apuesta no resultó nada sencilla porque a las dificultades propias de la coyuntura, se añadieron los debates y enfrentamientos internos derivados de diferentes perspectivas ideológicas y estratégicas en el seno del propio partido. Las escasas posibilidades de estar presentes en foros europeos de manera independiente provocaron que algunos dirigentes nacionalistas participaran en organismos europeístas de ámbito estatal –especialmente en el CFEME–, hecho que disgustó al sector más radical del partido. Las actividades del Grupo de París encabezado por Landaburu fueron duramente criticadas por dicho sector que temía que el mensaje nacionalista quedara difuminado en la maraña de representaciones españolas. El punto álgido de estas divergencias tuvo lugar a finales de 1957 y principios de 1958. Las discusiones internas mermaron muchísimo el innato optimismo del alavés, cuyas cartas de finales de la década reflejan una tristeza hasta entonces inusual.

La década de los sesenta no podía comenzar peor. En marzo moría el lehendakari. El propio Landaburu reconoció que se sentía huérfano. Además, el contexto había cambiado muchísimo desde 1945. La Europa que tenía Landaburu ante sus ojos no era la Europa federal capaz de conciliar las diversidades existentes en su seno con la cual él había soñado. Bien al contrario, la Europa de comienzos de los sesenta era una Europa fundamentada en Estados fuertes en las que las unidades menores no podían participar emancipadamente. A pesar de ello, una vez más, el PNV siguió apostando por Europa.

Coincidiendo con el resurgir de planteamientos federalistas, se empezó a hablar entonces de “Europa de las Regiones” y “Europa de las Etnias” pero Landaburu y sus compañeros prefirieron utilizar el término “Europa de los Pueblos” para definir la Europa que ellos añoraban. Siguiendo la tónica de años anteriores, la presencia de los nacionalistas vascos en foros europeos se redujo notablemente.

Francisco Javier Landaburu falleció en 1963. Hasta el día de su muerte continuó liderando las representaciones vascas en los organismos europeos. Y no sólo eso. También se marchó dejándonos su principal obra “La causa del pueblo vasco”, libro publicado en 1957, que compendia, como nunca antes se había hecho, el discurso europeísta del PNV. En el capítulo VII titulado “De la nación vasca a Europa y al Mundo” se detiene en el problema de las nacionalidades y aboga por una Europa federal salvaguarda de dichas nacionalidades. Considera que el Estado es “una concepción artificial” que estaba “en plena crisis” y aboga por el derecho de autodeterminación del pueblo vasco. Subraya la vocación y la tradición europeísta del PNV y la inexistencia de contradicción alguna“entre las aspiraciones nacionalistas y sus ilusiones europeístas”. Su alegato europeísta finaliza con un mensaje plenamente optimista, la esperanza en una Europa de los Pueblos.

La actualidad de estos planteamientos es buena muestra de la trascendental aportación de Francisco Javier Landaburu al discurso europeísta del PNV, e incluso del nacionalismo vasco en general.

Bibliografía

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LANDABURU, Francisco Javier,
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- Escritos en Alderdi, 1946-1962, Partido Nacionalista Vasco, Bilbao, 1980.
- Obras Completas, Idatz Ekintza, Bilbao, 1982-84.

MADARIAGA, Salvador de, Memorias de un federalista, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1967.

PABLO, Santiago de; MEES, Ludger; RODRIGUEZ RANZ, José Antonio, El Péndulo Patriótico. Historia del Partido Nacionalista Vasco. Tomos I y II, Crítica, Barcelona, 1999-2001.

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- Historia de la democracia cristiana española, tomo II. Los nacionalismos vasco y catalán, Sarpe, Madrid, 1986.

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- La Acción Exterior del Nacionalismo Vasco (1890-1939): Historia, Pensamiento y Relaciones Internacionales, Instituto Vasco de Administración Pública, Oñati, 1996.
- Guía de la exposición Xabier de Landaburu. Bizitza osoa Euskal Herriaren Kausarentzat, Sabino Arana Fundazioa, Bilbao, 2008.

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