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En estos últimos 20 años, desde aquel 16 de noviembre de 1989, se han hecho muchos estudios y varias tesis doctorales sobre Ignacio. En la suya propia, él dejó sentadas las bases de la “principialidad de la realidad”, estructuralmente compleja, dinámica y evolutiva en su devenir histórico, con lo que su filosofía apuntaba más allá del Realismo ingenuo y el Idealismo, más allá del Racio-Vitalismo de Ortega, más allá de la Filosofía Teologal de Zubiri, más allá de la Filosofía de la Historia de Hegel y más allá del Materialismo Dialéctico de Marx... para afirmar que la Realidad Histórica es el lugar privilegiado de la Ética y exigencia básica de la Política y de la Economía. Lo formuló en aquella famosa frase: Hacerse cargo de la realidad = dimensión noética. Cargar con la realidad = dimensión ética. Y encargarse de la realidad = dimensión práctica.
Este artículo quiere enfocar esta Realidad Histórica bajo el punto de vista oriental.
La sabiduría oriental no ofrece información directa sobre la principialidad de la esencia, sobre los conceptos de sustantividad, sustancialidad, perseidad o sobre la unidad del objeto filosófico; pero sí los toca en cuanto se enfrenta con lo que, en el lenguaje de todos los tiempos, se llama un saber del mundo y de la vida, un saber que quiere ir más lejos o más hondo que el científico, siendo al mismo tiempo más general y primitivo.
En China y en el Lejano Oriente se ha desarrollado una filosofía de la vida, y la vida se ve como flujo dinámico y siempre cambiante. Cuando las cosas se mueven, están vivas; cuando no se mueven, están muertas. El gran libro chino I Ching es probablemente el libro más antiguo del mundo. El título significa “Tratado (Ching) sobre el cambio (I)”, o “tratado sobre el flujo”.
Esto lo ha expresado Lao-Tse en el capítulo 42 del Tao te ching:
Tao engendra a uno.
Uno engendra dos.
Dos engendra a tres.
Tres engendra a los diez mil seres.
Los diez mil seres llevan a Yin (obscuridad) y abarcan a yang (luz)
Llenos de la fuerza vital, actúan en armonía.
Tao se traduce literalmente por “camino”, pero significa SER (con mayúsculas), pero no en el sentido estático sino en el significado dinámico de “siendo” como VIDA PLENA Y ETERNA.
Foto: kalandrakas.
Para comprender el texto anterior, comencemos por las dos últimas frases: “los diez mil seres (minúsculas) llevan a yin y abarcan el yang”. Los “diez mil seres” significan todos los seres que existen, todas las formas de cualquier tipo, desde los cuerpos físicos más densos hasta las formas más tenues del pensamiento. Todo lo que tiene forma de cualquier tipo es mudable. Primero empieza a aparecer; va creciendo hasta alcanzar su plena manifestación; luego empieza a declinar y, por fin, desaparece en aquel potencial infinito que apareció primero como tal forma particular. Pero esta misma desaparición es el comienzo de la forma siguiente.
La primera y más básica característica de la realidad es que es dinámica: en Occidente fue Eráclito (siglo VI a.C.) el primero que descubrió y enseñó que la realidad es básicamente movimiento (panta rei = todo fluye). Tradicionalmente, en China a este movimiento se le llama CHI (vida, espíritu), que es la realidad entera que se manifiesta en diversos grados de densidad e individuación.
Esta es la razón por la que el espíritu y la materia no han de considerarse opuestos. La materia es simplemente una concentración densa, “relativamente” estática de energía vital, de espíritu. Es clara la distinción con la concepción marxista que defiende que la unidad de todo lo que hay y ocurre es la unidad de la realidad material tal y como aparece en la historia de la sociedad y del hombre.
Este movimiento de yin-yang-chi se representa tradicionalmente con el acertadísimo diagrama tai-chi .
El ser fluye en círculo. El Yang (forma) está arriba, en blanco, porque el blanco son todos los colores en uno. El Yin (lo informe) está abajo, en negro, que es la ausencia de todo color. Lo informe, yin, arranca desde abajo para elevarse a la apariencia de la forma. La forma se desarrolla hasta alcanzar su plenitud y luego vuelve a recaer en lo informe. Este movimiento se prolonga incesantemente y está representado por la línea ondulada. Esta línea ondulada que se une a la línea de la circunferencia, muestra que el yin y el yang son existencialmente uno, (una línea recta parecería separarlos en dos mitades). Esta misma unidad existencial está indicada por el punto de yin dentro de yang y viceversa. Siempre se habla de yin antes porque lo informe es la fuete de la forma.
Los primeros filósofos místicos taoístas supieron escrutar la vida y describirla en el paradigma yin-yang-chi y sigue estando presente en todas las manifestaciones de la filosofía, la medicina, la política y la cultura china en general. Así se expresa claramente en las famosas líneas del sutra del corazón, un sutra breve constantemente recitado por millones de budistas:
La forma no es diferente del vacío.
El vacío no es diferente de la forma.
Forma, eso es vacío.
Vacío, eso es la forma.
Foto: Diana bella.
El vacío es la realidad no categorial que se manifiesta en las formas. Forma designa todos los seres categoriales. Estos versos son un intento de llevarnos más allá de nuestro lenguaje diferenciador.
Querer hacer una comparación de estos dos modos de ver la realidad, en el caso de que fuera posible, sería audaz tarea y desproporcionada a mis fuerzas. Pero sí quisiera reflejar una impresión comparativa con el concepto de la Realidad Histórica.
1. El enfoque oriental de ver la realidad más se asemejaría a la filosofía hegeliana que defiende “que todo lo que ocurre no es sino el proceso histórico del Absoluto, en plena evolución de su autoconciencia, autoidentificación y autorrealización” (José Mora)
2. Zubiri, como Ignacio, se limitan a la realidad intramundana, pero en esa intramundaneidad de la realidad histórica puede descubrirse no sólo una transcendencia formal sino una realidad transmundana y transhistórica.
3. Los filósofos chinos no aceptarían que toda la realidad intramundana constituye una sola realidad física, completa, diferenciada y dinámica.
4. Ignacio coincide con los orientales en el carácter evolutivo de la realidad; que está es un proceso de evolución en el que se van dando cada vez formas más altas de realidad.
5. Que la Realidad Histórica sea objeto de la filosofía es un concepto totalmente occidental, al que difícilmente se puede encontrar paralelo en el budismo mahayama. Los budistas dirían que el objeto de la vida es llegar a la iluminación, donde el yo y todas las cosas aparecen a la luz del ser mismo. De hecho la luz misma es ser. No hay distinción entre luz, conciencia y ser. La conciencia es ser. El ser es. Si se quiere poner en forma de sujeto, verbo, objeto, se puede decir simplemente ser siendo ser.
Algo semejante nos cuenta el Exodo 3, 13, cuando Moisés pregunta a Dios que le diga su nombre. Y Dios respondió: Soy el que seré (vida que se está desplegando ahora y en el futuro).