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Superficie: 6.913 ha
Localización: Este de Gipuzkoa
El Parque Natural de Aiako Harria está situado en las estribaciones de los Pirineos, en el extremo oriental de Gipuzkoa. Incluye un macizo paleozoico, en el que afloran los materiales más antiguos del País Vasco. Un ascenso de una masa de rocas ígneas metamorfizó los materiales paleozoicos superficiales por los que iba atravesando, y hoy ha quedado al descubierto, por acción de la erosión, la vistosa masa granítica de Aiako Harria. Esta singular disposición en bandas de tan diferentes materiales constituye una de las mayores riquezas geológicas del País Vasco.
Aiako Harria está conformado por una sucesión de angostos valles de laderas de fuertes pendientes, barrancos y cascadas. Pese a que parte del Parque está cubierto por plantaciones de coníferas, perviven notables representaciones del bosque natural, como el robledal-hayedo de Añarbe, el robledal/marojal de Endara y el hayedo de Oianleku. Además de estos bosques, entre las unidades de vegetación que mayor valor poseen por su riqueza biológica y por su singularidad destacan pequeños esfagnales, roquedos silíceos y comunidades ligadas a pequeños arroyos en zonas abrigadas.
Crónlech de Oianleku, en el parque natural de Aiako Harria (Oiartzun,
Gipuzkoa).
Foto: Iñaki
Arrieta Baro.
La fauna tiene un carácter básicamente eurosiberiano, encontrándose más de 147 especies de vertebrados, entre los que destacan las especies forestales, como el corzo y el jabalí, rupícolas, como el buitre leonado y acuáticas, como el salmón.
Sin embargo, tanto o más carácter que las formaciones naturales le da a la zona las antiguas explotaciones mineras, entre las que destacan las minas romanas de Arditurri. Los restos de este tipo de explotaciones industriales configuran un paisaje muy peculiar y aparecen dispersos por todo Aiako Harria: pozos de ventilación, bocas de mina, vías férreas, etc., constituyendo un interesante patrimonio. Ese es también el caso de las fortificaciones militares, fuerte de Erlaitz y otras, que representan otro tipo de valor patrimonial presente en la zona.
Por otro lado, son muy abundantes los legados culturales prehistóricos: dólmenes, túmulos y, sobre todo, cromlechs que son una evidencia de los ritos funerarios que llevaban a cabo los antiguos pobladores neolíticos de la zona.
Los testimonios arqueológicos más antiguos de Aiako Harria datan de la Edad del Hierro, concretamente del primer milenio a. de J.C. Consisten en una serie de sepulturas de incineración, compuestas por piedras dispuestas en círculo y que genéricamente se denominan cromlenchs. Estos elementos, situados en lo alto de los cordales montañosos, son el único testigo de los antiguos pueblos dedicados al pastoreo, ya que no se han encontrado vestigios de sus poblados. Entre las cuevas habitadas durante el Paleolítico destacan las de Landarbaso, situadas en el municipio de Errenteria.
La posterior dominación romana no caló en la sociedad indígena, hasta los siglos XI y XII en que vuelven a destacar estos territorios, como parte integrante del Reino de Navarra. Como principales vestigios de la época romana quedan las explotaciones mineras de Arditurri, donde se extraía hierro y blenda.
Durante la Edad Media la zona adquiere una importancia creciente como nudo de comunicaciones ya que enlaza Navarra y Castilla con el mar. Este carácter estratégico y fronterizo hizo que se desarrollaran en Aiako Harria numerosos episodios bélicos, como las guerras de Banderizos, las Guerras de la Convención, las Guerras Carlistas... quedando como vestigios de esas confrontaciones restos de edificaciones dispersos por los montes, hoy en día motivo de atracción turística como el fuerte de Pagogaña, el Mojón de Erlaitz, Torreones de vigilancia, etc.
Entre otros elementos de interés destacables figuran molinos, como el de Txarondo, neveras, como la de Alduna y Pikabea, antiguas ferrerías, como Olaunditu y Zorrola, casas torre y palacios, como las ruinas del Castillo del inglés, ermitas...
Por otro lado, las edificaciones rurales por excelencia en la zona son los caseríos, viviendas aisladas situadas en la parte media de los valles dedicadas a una actividad agraria propia, básicamente ganadera y forestal. Los más antiguos poseen un gran porte, con piedra en la fachada y estructura regia y tradicional.
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