San Sebastián de 1813

Andrea ETXANIZ

Lagundu

Este año recordamos los terribles sucesos de 1813. Y es que ya han pasado dos siglos desde que destruyeran nuestra ciudad. De una u otra manera, todos hemos escuchado hablar sobre lo ocurrido aquel 31 de agosto en San Sebastián, sin embargo, pocos reparan en quienes vivieron todo aquello, los donostiarras.

Primero, para entender los porqués de la quema de San Sebastián, deberíamos situarnos entre finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, concretamente en la transición de un régimen absolutista vigente siglos atrás, a un régimen liberal burgués.

La estructura feudal y una sociedad basada en estamentos eran la base del Antiguo Régimen, los criterios para colocar a la sociedad en un determinado nivel estaban basados en los privilegios. Sin embargo, las cosas fueron cambiando. Los cambios políticos iniciados en la Revolución Francesa empezaron a influir en Europa y las monarquías absolutistas declararon la guerra a la recién creada República Francesa. En Euskal Herria también se intuyeron estos cambios, pero con algunas diferencias:

A diferencia de Europa y el reino de España los habitantes de las tierras vascas eran hidalgos. Por naturaleza, encaminados a ser una sociedad basada en la igualdad, pero por el contrario, básicamente unía a ciudadanos con distinto nivel económico. Ejemplo de eso sería la servidumbre que existía.

Gipuzkoa, Araba, Bizkaia y el Reino de Navarra tenían un sistema político llamado Régimen Foral. Eran una especie de pactos entre los fueros y la corona, que empezarían en la dinastía de los Austrias y durarían hasta la dinastía de los Borbones. Los Fueros otorgaban a los territorios vascos grandes posibilidades de autogobierno. No eran independientes, pero tenían gran competencia para tomar sus propias decisiones. Dejando la moneda a un lado, cada territorio tenía sus propias competencias institucionales.

Podríamos definir aquel sistema foral como “régimen oligárquico”. A pesar de que, básicamente, había una participación ciudadana considerable; el Concejo, las Juntas Generales y la Diputación solían estar en manos de los “grandes”. A pesar de que cada pueblo tenía votos dependiendo del número de habitantes, los oligarcas imponían a toda la provincia aquellas decisiones en su beneficio propio.

A lo largo del S. XVIII todo esto trajo como consecuencia cantidad de conflictos entre las ciudades y los principales pueblos. La mayoría de las veces los conflictos se daban entre pueblos de costa y de interior. Un ejemplo de esto se puede ver en la respuesta de los pueblos y ciudades de interior y de exterior cuando en la Guerra de la Convención las tropas de Napoleón entran en Gipuzkoa y ocupan San Sebastián. Hay que destacar que en aquella ocupación no hizo falta utilizar la fuerza de las armas.

Getaria (Gipuzkoa) en la primera mitad del siglo XIX

Getaria (Gipuzkoa) en la primera mitad del siglo XIX.

Debido a la presencia de la armada francesa, los pueblos costeros se reunieron en la Asamblea de Getaria para poder realizar el proceso de negociación haciéndose valer de las ideas ilustradas que transmitían los ocupantes. Así, Gipuzkoa se proclamó “República Independiente” del Imperio francés. Aquella proclamación, sin embargo, quedó en agua de borrajas ya que el Imperio francés hizo caso omiso. A cambio, los guipuzcoanos, y especialmente los donostiarras, recibirían atroces consecuencias por las decisiones tomadas en la Asamblea de Getaria. Mientras los pueblos de la costa estaban haciendo sus propias proclamaciones, los pueblos del interior de Gipuzkoa, reunidos en la Asamblea de Arrasate, eligieron estar al amparo de la Corona de España.

El territorio guipuzcoano era un punto entre las dos coronas, la francesa y la española, por lo tanto tenía un gran interés geoestratégico, logístico y económico. Para entonces, en los pactos secretos realizados por las monarquías europeas entorno al que sería el último rey de los Austria, Carlos II, Francia mostraba el deseo de quedarse con Gipuzkoa, especialmente con los puertos de San Sebastián y Pasajes. De hecho, la ciudad tenía una localización estratégica tremenda, además de ser camino de paso entre las dos coronas, siendo ciudad costera, tenía un fuerte comercio unido al mar. Ahí deberíamos localizar la Real Compañía de Caracas, quien tenía el monopolio de los productos coloniales como el cacao o el tabaco. Hasta mediados del siglo XVIII enriqueció mucho a la ciudad. Por esto, san Sebastián despertaba un gran interés entre los imperios de la época.

A finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, podríamos decir que San Sebastián era una ciudad vascoparlante, ya que el 90 % de la población sabía euskara, siendo la mayoría monoling?es. El euskara sería, por lo tanto, el idioma utilizado para comerciar y así lo harían la mayoría los comerciantes que se podían encontrar en la ciudad. Durante estos siglos, además de cambios políticos, también sucedieron cambios económicos, puesto que se vivió una época de crisis en el comercio marítimo y especialmente entre los comerciantes de San Sebastián. Ese comercio marítimo que durante los siglos anteriores les había dado tanto provecho y beneficio empezó a decaer debido a los impedimentos del monopolio de operaciones comerciales con Venezuela. De la misma manera, esa capacidad de libre mercado con las colonias en 1778, supuso una gran pérdida para la Compañía de Caracas. A esto habría que sumarle la influencia de las guerras y a consecuencia de todo esto, en 1785 la compañía perdió el poder del monopolio que había tenido hasta entonces. Esto le produjo grandes perjuicios al comercio de la ciudad.

Con frecuencia visualizamos a hombres en el papel de comerciantes, es sabido que estos altos cargos los realizaban hombres. De todas maneras, en San Sebastián había mujeres que se dedicaban a la compraventa, más que al comercio. Con frecuencia estas mujeres eran dueñas de sus propios puestos y podríamos destacar la venta del bacalao entre las actividades que realizaban.

Eran mujeres también quienes trabajaban de criadas en las principales casas de la ciudad. El papel de estas últimas es especialmente remarcable, ya que ellas fueron quienes, junto a los ciudadanos humildes, sufrieron el sitio de la ciudad y su posterior masacre. Mientras que las familias de dichas casas, viendo la evolución de la guerra, huyeron a las haciendas de fuera de la ciudad o tuvieron la oportunidad de albergarse en casas de familiares, en la ciudad, sus criadas se quedaron al mando de la casa con la consecuente desgracia para muchas de ellas.

Estas han sido las crueldades y violaciones sufridas por las tropas francesas y sus aliados, que pocos han podido contar. Algunas de estas vivencias las podemos leer en 79 crueles testimonios. Ellos fueron quienes ante esta situación atroz demostraron valentía y sacaron fuerza para reconstruir la ciudad, a pesar de haber perdido lo poco que tenían. Aquel 1813 fue un momento de grandes cambios políticos y económicos. Sin embargo, no podemos olvidarnos de que lo vivido en San Sebastián por la crisis del momento y la lucha de poder de los grandes imperios, tuvo consecuencias atroces.

Lagundu

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