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Vivencias de dos Jueces de Paz: Zaldibar y Elorrio

1. Mertxe Uriarte: las vivencias de la jueza de paz de Zaldibar en primera persona

¿Qué es un juez de paz? ¿Cuáles son sus funciones? ¿Puede cualquiera ser juez de paz? ¿Cobra un sueldo? ¿Quién lo elige? ¿Es un cargo de por vida o tiene una duración determinada? Son algunas de las preguntas que podrían pasársenos por la cabeza.

La del juez de paz es una labor que hay que cumplir con discreción, sin advertirlo siquiera. A pesar de que no cobramos sueldo alguno, cada tres meses recibimos una cantidad establecida en función de la población. El ayuntamiento hace una convocatoria y de aquellos que se presentan elige un titular y un sustituto para ejercer en los próximos 4 años. Han pasado doce años desde que viera en la calle el aviso publicado por el ayuntamiento: anunciaba que se necesitaban un juez de paz y un sustituto del juez de paz y que el plazo para apuntarse estaba abierto. Debía ser una persona mayor de edad, alfabetizada y que no tuviera implicación alguna en ninguna causa judicial. Y pensé “¿Por qué no?”. Anteriormente había ejercido durante diez años en la asociación de padres de la escuela, además de tener experiencia en la organización y presentación de eventos culturales. Conocía todo el pueblo y todo el pueblo me conocía a mí, y tenía buenas relaciones con la gente. Así pues, me apunté y el pleno municipal me eligió por mayoría. Empecé en esta profesión, oficio, cargo, no sé cómo llamarlo... con mucho interés. Estoy cumpliendo el tercer cuatrienio y tengo intención de seguir, porque es una labor que me satisface mucho.

El nombre define al ser. No siempre resulta fácil acercar posiciones entre dos o más partes enfadadas entre sí, reunirlos alrededor de una mesa y que cada uno exponga su punto de vista de forma civilizada, en una época en la que la convivencia se torna cada vez más difícil. Las noticias referentes a los juzgados son ya habituales en los medios de comunicación, y generalmente adoptan un sentido negativo, es decir, o bien critican la sentencia dictada por el juez o solicitan medidas más severas. Las denuncias son el pan nuestro de cada día. En un conflicto corriente, en vez de dialogar y llegar a un acuerdo, las partes recurren a la denuncia. Zaldibar es un pueblo pequeño de unos tres mil habitantes, y en los últimos años el número de gente que acude a la vía judicial ha aumentado considerablemente. Las disputas entre vecinos debidas al ruido o a la conducta de los perros, los enfados a causa de los daños originados por los animales en los caseríos y en los terrenos, las riñas en torno a los mojones, los problemas entre inquilinos y propietarios, la violencia, los robos... El estilo de vida se está complicando cada vez más. Es lamentable ver cómo teniendo tanta tecnología como tenemos que facilita la comunicación, vivimos cada vez más incomunicados.

Tal y como he hecho durante los últimos once años, hoy he llegado a las once de la mañana al nuevo juzgado de paz situado en la planta baja del Ayuntamiento de Zaldibar. Hemos cambiado de ubicación con el fin de dar facilidades a los ciudadanos, debido a las reformas que se están realizando, para que aquellos que tienen problemas de movilidad tengan a mano los servicios más necesarios. No me puedo quejar, tengo a mi disposición todos los avances tecnológicos. Cosa que pido, cosa que tengo. Tenemos todos los libros digitalizados, estamos en la red. Es posible pedir documentos literales desde cualquier lugar del mundo, tenemos un agente bilingüe, trabajador, responsable, ordenado, agradable, y siempre dispuesto a ayudar en lo que haga falta. Imprimimos todos los documentos en euskera y en castellano, gracias a una aplicación especial puesta en marcha por el departamento de Justicia. Cuando comparto experiencias con otros jueces, me doy cuenta de que soy “la jueza mimada” y que las diferencias son notorias. Cada juzgado de paz depende del pleno del ayuntamiento que le corresponde y, en muchos casos, es evidente la falta de sensibilidad en relación a los recursos e instalaciones.

El Registro Civil, los nacimientos, matrimonios y defunciones, los documentos que les corresponden, los expedientes de matrimonio, notificaciones, citaciones, celebraciones de matrimonios, libros de familia, las tramitaciones de los exhortos que nos llegan de otros juzgados, las conciliaciones...todos ellos constituyen la mayor parte de nuestra labor diaria. En la larga cadena que representa la justicia, el juez de paz es el representante legal que los ciudadanos tienen cerca, al lado de casa; aquel que hace las veces de intermediario en los pequeños conflictos diarios y dispuesto a ayudar a buscar una solución tan pronto haya un problema.

2. Susana Serrano. Las vivencias de la jueza de paz de Elorrio en primera persona

Elorrio es un pueblo vizcaíno ubicado en la frontera con Guipúzcoa, de unos 7.200 habitantes. La Ley dice que le corresponde tener un juzgado de paz, dentro del marco judicial de la demarcación de Durango. Este año me han renovado el cargo, por lo que acabo de empezar mi quinto año como jueza de paz.

La teoría, lo que dice la Ley, es una cosa; y lo que vivimos en el día a día, en cambio, otra. De hecho, actualmente, yo no cumplo en mi pueblo todas las funciones que especifica la Ley. La mayor parte del trabajo se hace en el juzgado de Primera Instancia y en el de Instrucción de Durango. Y no porque en Elorrio no podamos hacerlo, sino porque nos faltan recursos físicos. El juzgado de paz de Elorrio ha sido quemado en dos ocasiones (en 1997 y en 2001), por lo que ahora está ubicado en un pequeño cuarto de 3 X 3, en un rincón debajo del tejado del Ayuntamiento. Desde una ubicación así, que no cumple normativa alguna (hay un ascensor para subir pero en el último tramo hay seis escaleras que hay que subir obligatoriamente), intentamos hacer lo posible por nuestros conciudadanos. Como jueza de paz, yo no hago mucho, ya que son el Secretario y el agente de la oficina los que lo hacen todo. Yo me limito a firmar y también me encargo de los matrimonios. Quizá, dentro de poco tiempo, podamos hacer más cosas (por ejemplo, los trámites que nos hacen en Durango).

En teoría, el horario de los juzgados es de 8 de la mañana a 13, los días laborables. Eso quiere decir que todos los trámites, incluídos los matrimonios, deberían realizarse dentro de ese horario. Pero todos sabemos que los matrimonios más vistosos se celebran los sábados. Y los viernes por la tarde. En Elorrio no ponemos obstáculo alguno para estas cosas y son los contrayentes los que deciden cuándo, dónde, cómo y con quién se casan: el día, la hora, la ceremonia, y la persona que les casa: un juez, el alcalde o un concejal. Supongo que el tema de las bodas es lo más llamativo.

El matrimonio civil en sí, es aquella acción que se realiza en los tres minutos que son necesarios para leer los artículos 66, 67 y 68 del Código Civil (incluidas las risas y comentarios que tienen que escuchar las parejas -los recién estrenados esposos- tras la lectura del artículo 68). La “Ceremonia legal” consiste en leer los artículos que establece la ley, preguntar a los cónyuges si quieren casarse, obtener las respuestas afirmativas, declararlos marido y mujer, firmar el libro de familia y entregarlo y recoger la firma de los cónyuges, de los dos testigos y del juez en el libro del registro de Matrimonios.

La práctica, en cambio, suele ser muy diferente y genera situaciones muy variadas. Algunos hacen un trámite rápido, visto y no visto y han terminado. Bien. En otras ocasiones, los cónyuges tenían hijos y les hacía ilusión que éstos también firmaran el Acta (¿Por qué no? La ley no lo impide y es bonito que los hijos participen en el trámite. ¿Acaso podría haber mejores testigos?). Otras veces, hemos tenido que preparar la boda por correo electrónico: los cónyuges estaban en el extranjero, por lo que los textos de las lecturas, de las canciones y demás estaban circulando de aquí para allá. Otros piden “algo más” y quieren convertir la ceremonia civil en algo muy parecido a la ceremonia religiosa, con lecturas (Tagore, Gibran, etc.), música, versos, intercambio de palabras entre los cónyuges, niños que llevan los anillos... No existe un modelo específico, cada pareja decide lo que quiere. Y lo llevan a cabo (con mi ayuda u organizado por ellos mismos). Cuando en el momento de hacer el expediente en la oficina del juzgado exponen lo que quieren, les ponen en contacto conmigo y es en ese momento cuando, en mi opinión, empieza la labor de un juez de pueblo, sin horarios, dando facilidades. La verdad es que la ceremonia puede ser bonita y animada. Del gusto de cada cual. Decidido por cada cual. Si no fuera por el local sin fundamento alguno en el que trabajamos...a ver si alguna vez el Ayuntamiento se da cuenta de nuestra situación... ninguno de los que ha pasado por allí ha resuelto el problema, a pesar de que es el Gobierno Vasco el que se hace cargo de la mayoría de los costes. Es por eso que quiero acabar este texto con esta petición de parte de los empleados y usuarios del juzgado de paz. Que el mensaje llegue a quien le tenga que llegar y haga algo por solucionarlo... ¡por Elorrio!

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